27 junio 2007

Lo que se debe hacer

Con las rodillas abrazadas, dedicándole mi más auténtica mirada como las vacas al tren, escuchaba con imperturbable atención las palabras de aquel maestro oriental.

Cuando subas a la montaña, hay dos cosas que debes hacer... -explicaba el orador con tono medido.

Entonces he abierto los ojos, me he quedado sin saber lo que debo hacer tras subir a la montaña y con la sensación de que acababa de perder el hilo necesario para desentrañar uno de los enigmas vitales más cruciales para la completa comprensión de la existencia.

La realidad de mis sueños me coloca casi siempre a la espera, zambullida la voluntad en universos en los que solo puedo quedarme a verlas venir. ¿Si mi inconsciente es así de pasivo, por qué se mostrará tan reactiva mi consciencia?

Estas cuestiones me resultan demasiado tupidas para un interludio de vigilia, así que me volveré a la cama dejándome acunar por la sencillez tonal y argumental de Jeanette. Por ver si se me pasa esta crisis angustiosa a fuerza de píldoras con sabor de pata de elefante.

25 junio 2007

De Jean Paul y otras formas de realidad

Esta mañana, adormecida la conciencia por el traqueteo, mi mente divagaba delirios de coherencia. "¿Exitirá un ávaro avaricioso?", me preguntaba. "¿No será avaricioso el grado que le falta a ávaro para convertirse en un genuino señor Scrooge?", razonaba.

Perdida la concentración en estas cuestiones de trascendencia discutible, la realidad se ha adueñado de mi mente en forma de recuerdo. Jean Paul me miraba a través de sus gafas oscurecidas por el sol mientras un mechón de sus lacios cabellos ondeaba rebelde sobre el mástil de la nariz. Intercambiaba sus mudas miradas de su brújula a mis ojos esperando encontrar una expresión inglesa que me hiciese comprender los pensamientos que asomaban a través de sus gestos.

Jean Paul formaba parte, o más bien era el líder autoproclamado, del grupo de montañeros franceses de Toulousse al que encontré el domingo en la montaña. Nos encontramos al pie de una imponente montaña escondida tras una niebla compacta que apenas garantizaba un metro de visibilidad. Subí con ellos a la cima mientras dialogaba con dificultad utilizando fragmentos de inglés, francés y español que distribuían su significado según el receptor. Tras acompañarlos una parte del descenso, dejé que prosiguiesen su marcha para disfrutar de una soledad que había trazado como objetivo dominical.

Aquel curioso grupo de franceses montañeros estaba compuesto por personajes a los que podría dedicar más de una palabra, pero fue Jean Paul el que quedó en mi memoria como realidad invocable. Quizá fuese su aspecto desmañado, imposible de disfrazar con la mejor vestimenta. O tal vez fueron sus ojos velados de animal curioso los que asentaron su imagen en mi mente.

El caso es que esta mañana venía zozobrando la percepción en el tren y que ha sido Jean Paul el que ha ocupado ese espacio que no puede ser doblegado por voluntad alguna.

23 junio 2007

Del estío al interludio

Resulta extraño regresar. La sensación de nunca haber marchado y la inquietud de no reconocer lugares comunes conjugan este adormecedor son de neuronas a la deriva. Mi vida se consume entre AVEs y aviones. Los momentos, degustados antes con tanto deleite, son devorados ahora en ávidos bocados indigestos. Siempre estoy de viaje hacia ninguna parte, esperando alojar mi existencia en ese tránsito sin sentido. En ocasiones me digo que es como si mi esencia se hubiese tomado fiesta. ¿O acaso se habrá extinguido?

No me muevo en un ámbito desconocido. Ya una vez todo fue como es. Si es cierto que el pasado es capaz de predecir el futuro, el mío dictó sentencia hace muchos años. Volveré a huir, tal vez éste sea el único truco que alguna vez aprendí.

Recuerdo en la nostalgia a otra persona, a uno de esos seres que habitaron mi cuerpo con anterioridad. Observo con abulia aquel pausado discurrir de indecisiones y juegueteo con la bisutería entre mis dedos esperando a que la brújula deje de hacerse la loca.

Acepto que soy feliz, aún a mi pesar. Pero sigo sin encontrar esa sonrisa que no trasgrede facciones.