14 noviembre 2006

Lástima no tener un fotomatón a mano...


Ha ocurrido mientras recorría el enlace de Pacífico con la habitual e infundada sensación de llegar tarde. Soy una de esas personas que siempre cree que no llegará a tiempo, aún a pesar de contar con la desproporcionada seguridad del tiempo reservado para imprevistos. En ocasiones, me imagino que soy un irracional galo con trenzas temeroso de que el cielo se desplome sobre mi cabeza.

Como decía, justo al terminar de bajar por la escalera voluntaria dando saltitos, he escuchado las notas de una familiar melodía. La cadencia de mis pasos se ha acompasado al ritmo sin esfuerzo, la prisa se ha desvanecido hacia algún inalcanzable lugar de la inconsciencia y una bobalicona sonrisa se ha abierto paso a través del inmutable semblante.

En ese preciso momento he sentido la irrenunciable necesidad de desabrocharme la capa, lanzar el sombrero al aire, desordenar mi pelo lacio y sentarme en el suelo al lado del intérprete de aquella tonada. He sido incapaz de vencer la tentación de meter la mano en el bolsillo del abrigo, aunque no he encontrado ningún proyectil plano que pudiera servir a mis propósitos. Si bien es cierto que tampoco hubiese encontrado allí una superficie de agua donde hacerlo rebotar.

La intensidad de esa absurda explosión de júbilo ha ido menguando conforme me alejaba de aquella hechizante canción. Al llegar a la reunión, quince minutos antes de la hora de inicio, ya casi la había olvidado. Pero cuando he vuelto a casa después de un insustancial e irritante día, cuando valoraba la posibilidad de arrancarme algún órgano vital a dentelladas, la imagen ha vuelto por sorpresa a mi cabeza. Y, sin saber por qué, he sentido que el día, después de todo, había merecido la pena.

5 comentarios:

if dijo...

Algunos días hace falta un empujoncito que nos recuerde que se puede sonreir porque queremos y no porque es obligatorio (en mi trabajo casi lo es).

susej dijo...

¿Y así ha quedado la sonrisa?

Alnitak dijo...

Joooo!!!!!!! (y aquí va una cara de niña triste y celosa ;-)). Yo también quiero, pero como no tengo posibilidad en directo, me voy a poner el cd.
Algo es algo...

Zifnab dijo...

:-D

Se feliz

Eulalia dijo...

Es cierto. A veces ocurre. Amo la música en el metro ( y digo la música, no cualquier sonido de cualquier instrumento).
A veces, incluso, he tenido que retener mis ganas de quedarme allí, bailando, porque ¡Hay que joderse, lo pintiparados que son ciertos espacios para el baile!

Un beso.