31 marzo 2007

Sombras intangibles

Me he perdido la pista. Tanto ir y venir ha acabado por hacerme desaparecer. No tengo tiempo para preocuparme por la existencia. Vagabundeo de una ocupación a la siguiente sin permitir que la conciencia llegue a encarnarse. Y me digo que es cómodo no ser, aunque resulte tan inquietante.

Hay quien diría que me he transformado, como si mi esencia fuese una especie de pokemon con piel de peluche. Pero no me siento camino de ninguna parte, más bien percibo el tiempo desde una inmovilidad inamovible. Pienso a menudo en los hombres grises. Me imagino vistiendo sus gabardinas y sombreros. Y me digo que esas prendas no me sientan demasiado mal.

En ocasiones desearía saber volatilizarme de verdad. Y acabar con este sinsentido de inexistencia. Otras veces me contento con imaginarme a través de otros ojos. Como si ese ejercicio pudiese restañar algún atisbo de la inasible realidad.

Desearía salirme por la tangente, dar con una vía de escape que me liberase de este tenaz círculo de sueños rotos. Pero el tiempo pasa ajeno a mis deseos de incorporarme en su avance. De momento seguiré con el culo pegado al escalón, tal vez desde aquí descubra algún contoneo que rompa este endemoniado encantamiento de invisibilidad que me atenaza.