04 noviembre 2006

Maniquí

Hace un tiempo me perdía algún sábado por la tarde entre las tiendas. Me gustaba más pasear por las tiendas del centro que el estilo de compra in vitro patrocinado por los centros comerciales. Mientras tarareaba de cabeza Busco algo barato revisaba estanterías, perchas y escaparates con premeditada pereza.

A veces descansaba un rato en una cafetería, para asimilar la diversidad de lo que me había gustado y establecer las prioridades de compra. Después volvía a cada una de las tiendas y me llevaba lo que había seleccionado sin volver a probármelo. Aunque en ocasiones, ese intermedio contemplativo me devolvía a casa con las manos vacías.

Ahora ya no paseo los sábados por la tarde. Me he acomodado. Utilizo prendas apropiadas para trabajar entre semana y el fin de semana me entrego a una comodidad desprovista de estética. Aunque siga teniendo cuidado en combinar de manera adecuada los complementos (en especial el triángulo básico zapatos-cinturón-bolso) ya no necesito estar impecable. Impecable a mis ojos.

Mi familia ha aprovechado esta merma de interés para regalarme ropa en cada una de las ocasiones especiales. Saben que antes no lo hubiese admitido. Así que aprovechan la oportunidad para expresarme su opinión acerca de cómo debería vestir. Cuando me acuerdo, trato de utilizar las prendas regaladas por la persona a la que voy a ver. Es la mejor manera de eludir críticas.

Me resulta muy divertido todo este lío. Los veo y no puedo evitar reírme al pensar que nunca olvidaron su afición por vestir muñecas.

6 comentarios:

xnem dijo...

en determinadas ocasiones uno tiene la necesidad de sentirse "como un figurín" pero la comodidad es mas bien mental, zapatos o tacones incomodan a unos u otros, pero sentirse bien ante el espejo o sin él es lo importante.

if dijo...

Yo algunos días me arrerglo y otros no sin importar día de la semana, si voy a trabajar o no, si he quedado... Mi jefa se desespera. Sólo las ganas de cada momento me dicen que me tengo que poner.

Gracias por el enlace y he tenido que cambiar mi identidad porque me salía un nombre que no era el mío. ¿Un hechizo?

Si te molesta que en mi blog te llame WWW dímelo, ¿vale?. Lo hago porque es mucho más corto pero si prefieres otro diminutivo no tienes más que decirlo.

Eulalia dijo...

¿Tú no compras a impulso?
Lo mío es puro divertimento: sé que necesito un abrigo, a un jersey blanco de cuello alto y, sin embargo, salgo del médico y llego a casa con un bolso maravilloso que he visto al pasar.
(A veces me entero del precio en la caja, pero tampoco me arruino: no suelo entrar en Loewe...)
Un beso

Marga F. Rosende dijo...

Ver una persona arregladita, con gusto, con imaginación, no necesariamente con pasta, es para mí un regalo.
Saludos

susej dijo...

Mi señora bruja, eso es una época, en cuanto se empiece a ver de nuevo bien en el espejo, o alguien le eche un piropo(da lo mismo que sea falso o no), sentirá de nuevo el impulso de comprarse ropa mientras...
...pues capee el temporal familiar y lo que no quepa en el fondo de armario condénelo al trastero.

Wanda◦○ dijo...

Vamos, no me extraña en absoluto estos cambios. Dile a tu familia que te vayan regalando un caldero para hacer tus pociones de domingo tarde, y que se ahorren el dinero en comprarte vestiditos, que tu te sobras de ideas para vestirte.
Pagaría por verte con el pijama y las zapatillas a juego. Seguro que hasta te pones una bufanda del mismo color ;0)