29 diciembre 2006

Finta inconclusa

Cuando se queda a comer con amigas a las que no se ve hace tiempo, se espera una sobremesa de puesta al día y cotilleos por doquier. Cuando apareces por la puerta y descubres un convidado adicional, descubres que su plan no era el mismo que el tuyo.

Odio que me preparen citas a ciegas. Y detesto que lo hagan sin consultarme.

Al final, aunque el elemento sobrante me ha parecido una monada a pesar de su reiteración en temas que sospecho le habían chivado, hemos comedido nuestras palabras más de lo que hubiese deseado. Tal vez mi predisposición sea demasiado dogmática, pero soy incapaz de amoldarme a situaciones dispuestas por otros.

Desearía poder disfrutar de la vida tal y como viene o tal y como la traen los demás. Pero no puedo evitar sentir la estafa a mis ilusiones por culpa de una tarde condicionada de antemano.

5 comentarios:

susej dijo...

Deberías relajarte.
Y lo sabes.

if dijo...

Ninguna de mis amigas se ha atrevido a hacerme eso nunca, aunque sé de una que se quedó con las ganas, pero sabía que su cuello hubiera estado en peligro.

Claro que... ¿y si el elemento sobrante te puede dar alguna alegria?

Brunilda dijo...

Quizás el elemento extraño estaba en tu misma situación. Quizás no le habían chivado nada sino que tenía los mismos gustos, cosas más raras se han visto.

Wanda◦○ dijo...

Tenías que haber aprovechado y sacar tu vena autista.
Te hubieras quedado con ellas, al menos para que no te lo volvieran a hacer ;0P

Anónimo dijo...

todas las tardes están condicionadas por algo. aunque no sea necesariamente el factor humano-amigos... siempre hay algo que puede condicionar. supongo que dependerá de color del cristal con que se mire cada tarde. o cada mañana, ya sabes.
pero vale, nota: nunca condicionarle las sobremesas a la bruja del oeste.