25 junio 2007

De Jean Paul y otras formas de realidad

Esta mañana, adormecida la conciencia por el traqueteo, mi mente divagaba delirios de coherencia. "¿Exitirá un ávaro avaricioso?", me preguntaba. "¿No será avaricioso el grado que le falta a ávaro para convertirse en un genuino señor Scrooge?", razonaba.

Perdida la concentración en estas cuestiones de trascendencia discutible, la realidad se ha adueñado de mi mente en forma de recuerdo. Jean Paul me miraba a través de sus gafas oscurecidas por el sol mientras un mechón de sus lacios cabellos ondeaba rebelde sobre el mástil de la nariz. Intercambiaba sus mudas miradas de su brújula a mis ojos esperando encontrar una expresión inglesa que me hiciese comprender los pensamientos que asomaban a través de sus gestos.

Jean Paul formaba parte, o más bien era el líder autoproclamado, del grupo de montañeros franceses de Toulousse al que encontré el domingo en la montaña. Nos encontramos al pie de una imponente montaña escondida tras una niebla compacta que apenas garantizaba un metro de visibilidad. Subí con ellos a la cima mientras dialogaba con dificultad utilizando fragmentos de inglés, francés y español que distribuían su significado según el receptor. Tras acompañarlos una parte del descenso, dejé que prosiguiesen su marcha para disfrutar de una soledad que había trazado como objetivo dominical.

Aquel curioso grupo de franceses montañeros estaba compuesto por personajes a los que podría dedicar más de una palabra, pero fue Jean Paul el que quedó en mi memoria como realidad invocable. Quizá fuese su aspecto desmañado, imposible de disfrazar con la mejor vestimenta. O tal vez fueron sus ojos velados de animal curioso los que asentaron su imagen en mi mente.

El caso es que esta mañana venía zozobrando la percepción en el tren y que ha sido Jean Paul el que ha ocupado ese espacio que no puede ser doblegado por voluntad alguna.

4 comentarios:

susej dijo...

A veces sólo hace falta hora y poco para que la imaginación se desborde...

Ale dijo...

montañas, trenes, soledad, compañía, jean paules...sound good

Wanda◦○ dijo...

Está claro que su presencia es el aroma de jean paul gaultier jiajiajiajia

begusa dijo...

Qué cruel es ese nombre...
Yo una vez conocí a uno, se metió poco a poco hasta hacerse imprescindible, un día me llevó de excursión a la montaña y cuando estábamos en lo más alto, viendo el mundo como si fuera algo sencillo y sin importancia teniéndole a él al lado me dijo: l'enfer c'est les autres.
desde entonces... no consigo salir del susto. desde entonces, lo veo todo diferente.